5 hábitos que aumentan nuestra ansiedad

La ansiedad y el nerviosismo son compañeros no deseados en la travesía de la vida. Aunque son emociones comunes, la mayoría de nosotros preferiría no experimentarlas, o al menos, no enfrentarlas de manera constante. La ansiedad puede tener raíces diversas, desde predisposiciones genéticas hasta traumas de la infancia o desequilibrios químicos cerebrales. Sin embargo, ¿alguna vez te has detenido a considerar que ciertos hábitos diarios pueden empeorarla?

Los efectos perjudiciales pueden manifestarse si no duermes lo suficiente, si tu vida es un caos o si consumes demasiado azúcar. Estos hábitos no solo afectan a aquellos con trastornos de ansiedad reconocidos, sino que también pueden aumentar la ansiedad en cualquier persona. Sin embargo, los hábitos son herramientas poderosas si se manejan adecuadamente. Nuestros cerebros automatizan acciones como encender la computadora, cepillarnos los dientes y conducir al trabajo para que podamos concentrarnos en nuevas situaciones que requieren decisiones, creatividad y soluciones. Eso, en sí mismo, es algo increíblemente útil.

Dilación: Un Enemigo Silencioso

La dilación es un enigma: no siempre está claro si comienza con el estrés o si es el estrés el que la provoca. Sea cual sea el caso, procrastinar implica posponer tareas debido al estrés, creando así un ciclo que incrementa aún más la ansiedad. Abordar este comportamiento es esencial. Aquí tienes algunas estrategias:

  1. Hacer una Lista: Enumera las obligaciones que constantemente pospones. Aborda una de ellas de inmediato y planifica la siguiente para poco después de despertarte. Repite este patrón hasta completar la lista.
  2. Despertador: Establece un límite de tiempo al trabajar. Puedes controlar la sensación de urgencia configurando un temporizador para completar una tarea en un período específico.
  3. Superar la Perfección: Aceptar que el fracaso es parte del proceso puede reducir el estrés asociado con la necesidad de hacer todo perfectamente.

Evitar Situaciones: La Trampa de la Perfección

Similar a la procrastinación, la evitación es un comportamiento que aumenta la ansiedad al no intentar o evitar situaciones que generan ansiedad. La búsqueda implacable de la perfección suele ser un factor subyacente en este hábito. Sorprendentemente, la ansiedad empeora cuando evitas las situaciones, lugares o personas que la provocan. La evitación alimenta el ciclo del estrés y aumenta las respuestas hormonales que intensifican la ansiedad.

Desorden: El Reflejo de la Mente

Investigaciones científicas sugieren que los espacios desordenados están vinculados a la ansiedad, el nerviosismo y la depresión. El desorden sobrecarga el cerebro con estímulos innecesarios y contribuye a sentimientos de culpa, irritación y vergüenza. Redefinir tu mentalidad, pasando de ser un consumidor a ser un experimentador, puede ser crucial. Cambia el enfoque de gastar dinero en adquirir artículos a experimentar y conectar con las personas.

Hábitos Alimenticios: El Vínculo Entre el Estómago y el Cerebro

El dicho «nuestro intestino es nuestro segundo cerebro» resuena con la realidad. La dieta desempeña un papel crucial en el equilibrio de las bacterias intestinales, influyendo en las emociones como la depresión y la ansiedad. Invertir en alimentos saludables, preparados en casa, y mantenerse bien hidratado contribuyen significativamente a la salud mental.

Pensamientos Negativos: Transformando la Charla Interna

Reemplazar los pensamientos negativos con afirmaciones positivas es un desafío constante. Reconoce y evalúa tus pensamientos. ¿Son negativos, positivos, útiles o perjudiciales? Al mismo tiempo, presta atención al vocabulario que utilizas, ya que los pensamientos que se convierten en palabras pueden desempeñar un papel destructivo en tu psicología.

En última instancia, reconocer y abordar estos hábitos cotidianos es esencial para gestionar la ansiedad. Al implementar estrategias para cambiar estos patrones, puedes cultivar un entorno mental más saludable y construir una base sólida para el bienestar emocional.